HOMENAJE AL MAESTRO MIGUEL SOLER ROCA.

La Cooperativa Magisterial, a través de la Comisión de Educación, Fomento e Integración Cooperativa, desea homenajear al Maestro Miguel Soler Roca, fallecido recientemente, en Montevideo.

SEMBLANZA  DEL MAESTRO MIGUEL ANGEL SOLER ROCA.

El 10 de abril de 1922, en una pequeña población rural de Cataluña, Corbera de Llobregat, en  España, nació Miguel, el niño llamado a ser, años después, un Maestro Referente de la Educación Rural en el Uruguay. Pertenecía a  una  humilde  familia de trabajadores, que viajó   a América, en 1926, junto a cientos de emigrantes europeos, en procura de una vida mejor. Su madre, Serafina Roca, fue para él, un ejemplo de esfuerzo y sacrificio, que supo salir adelante en un nuevo país que, generoso,  abría sus puertas a quienes buscaban  cobijo y amparo. Se asentaron en Montevideo, y allí,  asistió  a la Escuela No. 24, en Agraciada y Asencio, superando las dificultades de su idioma natal, el catalán,  y realizó todos sus estudios en la Educación Pública, recibiendo el título  de Maestro.

 Comenzó  a trabajar en un Frigorífico del Cerro, hasta tener la documentación habilitante en 1943. En  ese momento,  ingresó al ejercicio de la carrera docente, dando sus primeros pasos en la Escuela Rural No. 89 de Tacuarembó. Le conmovió la realidad de la zona, en la que  encontró   enormes campos de ganadería extensiva, salpicados de rancheríos rurales, pobres y desprotegidos. En los dos años que estuvo en ese Centro, 1943 y 1944, desarrolló  una labor profunda y eficaz, y, al trasladarse, llevó consigo la idea de que “la escuela sola no puede”, necesita el apoyo de muchas fuerzas de la comunidad.

En esa  etapa  de su vida profesional, fue SOCIO ACTIVO DE COMAG, en la que integró  diversas comisiones, coadyuvando a su crecimiento.  En 1945, fue cofundador de la Federación Uruguaya de Magisterio, trabajó activamente en las organizaciones sindicales,  participó en la Misión Socio-pedagógica de 1946, en Arroyo de Oro, Departamento de Treinta y Tres, e integró, cuatro años después, la Comisión redactora del Programa para las Escuelas Rurales.

Transitó por diferentes  centros educativos, algunos de los cuales, tienen especial relevancia, como la Escuela Rural  No. 59 de Colonia Concordia, en Soriano,  en la cual trabajó desde 1948 a 1954, y donde compuso el Himno a la Escuela Rural.  Allí obtuvo una beca para ir a México, y compartió la profesión  con su esposa Nelly Couñago. De ese amor, nació  una hija, Mariana Soler Couñago. Su señora fallece en 1965, y Soler se casa posteriormente, con Matilde Espino Clapés, trabajadora social y maestra.

En 1954, volvió enriquecido por las experiencias recogidas en los Cursos de UNESCO, y presentó una propuesta para organizar el Primer  Núcleo Escolar Experimental de La Mina, obra que llevó adelante en la quinta Sección del departamento de  Cerro Largo. Las Escuelas directamente involucradas fueron siete: N°60 de la Mina (Central), la N°28 de Puntas de la Mina, la N°44 de San Diego, la N°69 de Cuchilla de Melo, la N°91 de Paso de Melo, la N°99 de Pueblo Noblía y la N°113 de Paso de María Isabel, ubicadas alrededor de la primera. “Todas actúan con un sentido solidario de su labor”, expresaba Soler. “En La Mina, el maestro ocupa su puesto de vecino para despertar y poner en juego las fuerzas de los demás, crear tradición de responsabilidad, hacer que el pueblo llegue a sentir el legítimo orgullo de haber creado una vida más plena”.

En 1961, renuncia con una carta fundamentada,  pero queda grabada en la Historia de la Escuela Uruguaya, la maravillosa obra de los  Maestros, que logran con  esfuerzo, dedicación y responsabilidad, mejorar las condiciones de vida de las comunidades rurales.

A partir de este año, el Maestro Soler, extendió su labor a otros países, que se vieron favorecidos con sus aportes, en el Área Rural y en la Educación de Adultos. Estuvo, entre otros, en México, Francia, Bolivia, Nicaragua, Argentina, en los cuales obtuvo importantes reconocimientos. Fue muy valorado por UNESCO y otras relevantes Instituciones Educativas, que recurrieron  a sus conocimientos y experiencias.

En el año 2006, la Universidad de la República, en una ceremonia muy emotiva, le entregó el título de

Doctor Honoris Causa, por su “relevante contribución al progreso de la educación en el país y en el continente, y al avance de la integración académica” 

Fue muy sensible a la temática de los Derechos Humanos, defensor de los mismos con pasión y convicción, y solía aludir a ellos en sus encuentros de reflexión en diversos ámbitos.

En el año 2015,  la Cooperativa Magisterial, a través de la Comisión de Educación, Fomento e Integración Cooperativa, organizó un acto de Homenaje al Maestro Julio Castro. Al mismo, concurrieron docentes,  estudiantes y público en general. El Maestro Miguel Soler,  especialmente invitado,   destacó la labor que Castro había realizado a través de su  trayectoria docente. Sus palabras, sencillas, y elocuentes, supieron despertar el interés y la atención de los participantes.

Soler recibió múltiples reconocimientos a nivel nacional e internacional. Su obra escrita, es variada, entre libros, artículos, compilaciones y otros. Su largo caminar, y su rico  quehacer pedagógico, han dejado fructíferas enseñanzas y reflexiones. 

La muerte lo sorprendió el 19 de mayo de 2021, a la edad de 99 años, en la ciudad de Montevideo. Atesoramos este pensamiento del Maestro Miguel Soler Roca, que compartimos:

“La educación no es omnipotente, la educación no hace el cambio (por si sola), la educación no salva al universo, pero es uno de los componentes fundamentales para que puedan haber cambios,

 para la esperanza.”

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